Desde las tierras del Mediterráneo, el tomillo limonero ha sido la hierba que ha perfumado la historia. Los antiguos egipcios ya lo utilizaban en sus rituales, mientras que los griegos lo quemaban a los templos. Con el tiempo, esta planta resistente ha arraigado en suelos áridos y pedregosos, convirtiéndose en un elemento indispensable de la cocina mediterránea.