Floral y dulce, toque especiado y amargo
El alhelí, originario de Persia, se extendió por el Mediterráneo creciendo entre muros y piedras. No estaba pensado para ser comido, pero aquí lo tienes, colándose en la cocina sin perder su aire salvaje.
Floral y dulce de entrada, con matices de vainilla y clavo que engañan al primer instante. Pero no te confíes: de repente, aparece un toque especiado, un punto amargo y una persistencia sutil que recuerda a la mostaza y al rábano. El alhelí no sólo es bonito, deja huella.